lunes, 2 de agosto de 2010

EN RECUERDO DE OLGA GUILLOT, LA REINA DEL BOLERO

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"Si yo me muero mañana el dolor que me llevo en el alma es no volver a Cuba'' expresó la reina del bolero poco antes de morir, misma frase que clavó en sus labios Celia Cruz siete años atrás. En la foto, arrulla en sus brazos a su única hija Olguita María, en La Habana, 1960.

Olga Guillot nació el 9 de octubre de 1922 en Santiago de Cuba. Siendo pequeña se trasladó con su familia a La Habana donde, en 1938, debutó en el programa radial La corte suprema del Arte como parte del dúo Las hermanitas Guillot con su hermana mayor, Ana Luisa. Luego tomó clases de canto con la soprano Hortensia Cohalla y el cantante Mariano Meléndez.

En los años 40, la vocalista formó parte del cuarteto Siboney, dirigido por la compositora Isolina Carrillo y cuyo pianista, Facundo Rivero, le facilitó el debut como solista en el exclusivo Zombie Club, en 1945. Fue por esa época en que conoció a los jóvenes cultivadores del filing, movimiento que fundió la trova tradicional con el jazz y modernizó la interpretación de los cantantes.

En los años siguientes, tras el éxito de su versión al español de Stormy Weather, Guillot se situó en el mapa musical de la isla. Pero nadie duda que el bolero Miénteme, del mexicano Chamaco Domínguez, grabado en 1954 para el sello Puchito, la llevó a las alturas.

Más adelante, Guillot convertiría en éxitos aquellas melodías de la bohemia habanera como La gloria eres tú (José Antonio Méndez) Contigo en la distancia (César Porrtillo de la Luz) y En nosotros (Tania Castellanos).

"Olga era todo música, su vida giraba alrededor de la música. Era una intérprete fantástica'', dijo el humorista Guillermo Alvarez Guedes, quien guarda un recuerdo especial de cuando ambos trabajaron juntos con Beny Moré en el famoso cabaret Montmartre de La Habana, a mediados de los años 50. "Siempre fue muy cordial''.

En esos años la cantante no sólo era reconocida en su propio país, donde la Unión de Crónica Tele-Radial la proclamó La Mejor Voz Cancionera de Cuba. A su paso por Nueva York y Latinoamérica, se sumó el hecho de ser una de la cantantes consentidas de compositores como Juan Bruno Tarraza, José Sabre Marroquín y Alvaro Carrillo, entre otros.

"Olga tenía mucho sentido escénico. Sabía cómo poner de pie al público'', recordó el actor y periodista Evelio Taillacq, que señaló que la Guillot demostró que las intérpretes femeninas podían ser atractivas para el mercado de discográfico. "Con Miénteme, ella rompió el mito de que las mujeres no vendían discos. Ese fue uno de sus aportes más importantes''.

Estrella de los principales programas de los inicios de la televisión cubana, Guillot participó en las películas mexicanas La venus de fuego, No me olvides nunca, y una decena de títulos más. A su lista de temas más "pegados'' en esa etapa, se suma Tú me acostumbraste, del cubano Frank Domínguez, otro de sus caballos de batalla.

Guillot alternó con Sarah Vaughan, Edith Piaf y Nat King Cole, a quien, según sus allegados, le dio algunos consejos sobre la manera de cantar en español cuando éste grabó su famoso disco en Cuba.

Tras romper con el régimen de Fidel Castro en 1961, y luego de un breve paso por Venezuela, Guillot se estableció en México.

"Estaba trabajando en Venezuela cuando se enteró de que el gobierno había confiscado eledificio donde estaba el apartamento en que vivía en el Nuevo Vedado'', recordó la cantante y pianista Renée Barrios, quien la recibió en el país sudamericano.

Guillot se estableció en México, donde fijó su residencia durante cinco décadas. Actualmente compartía su tiempo en un apartamento repleto de memorias en el barrio de Polanco del Distrito Federal con otro en Bal Harbour, en Miami Beach.

"México me internacionalizó'', repitió la intérprete en varias ocasiones, a propósito de su deuda con ese país, donde hizo suyos los temas de Armando Manzanero, Luis Demetrio y Lolita de la Colina. En 1963, la Academia de Artes John F. Kennedy de Hollywood le otorgó el premio Palmas de Oro como la Mejor Bolerista Latinoamericana y en el 1964 realizó su primer concierto en el Carnegie Hall de Nueva York.

"Fuimos amigas desde que llegamos al exilio'', dijo la compositora cubana Concha Valdés Miranda. "Era única. ¡Tan alegre y tan patriota! ¡Jamás se olvidaba de Cuba! Siempre decía que volveríamos. En lo artístico, era una actriz de la canción''.

Su opinión coincide con la del productor Emilio Estefan, quien destacó que "Olga cambió el bolero, algo muy difícil para un intérprete, y su estilo influyó en el de muchos artistas''. En lo personal, Estefan subrayó que, tanto él como su esposa Gloria, siempre agradecerán la oportunidad que Guillot les dio para que participaran en un homenaje que se le hizo en Puerto Rico hace más de 30 años.

Por otra parte, resaltó que siempre defendió la libertad de Cuba. "Me dio mucha alegría ver cómo el público la abrazaba en la Marcha de las Damas de Blanco, en marzo. ‘‘Se le echará mucho de menos, cuando se habla de libertad y Cuba hay que hablar de ella''.

"Olga fue la pionera, una referencia para las demás cantantes cubanas'', dijo Vicky Roig, destacada bolerista y amiga de Guillot desde hace 50 años. "Fue una abanderada de la causa cubana. Todo lo que quería era regresar a Cuba para cantar en Tropicana''.

"Hace cinco días había hablado con ella y [me dijo que] estaba bien y que preparaba un show en México con una orquesta sinfónica''.

En su larga vida, Olga sostuvo muchos romances. Entre ellos, con el compositor René Touzet, padre de su hija, y el actor Alberto Insua.

Conversadora incansable y amiga de sus amigos, la diva del bolero apoyó a todo el que pudo de diversas formas.

"Fue Olga quien me dio la primera oportunidad en Cuba cuando yo era un adolescente'', reconoció el compositor cubano Meme Solís desde Nueva York. "Cuando ella fue a inaugurar el Teatro Cloris de Santa Clara, a mediados de los años 50, me permitió que la acompañara al piano. Luego, ya en La Habana, recuerdo que la acompañé en el anfiteatro de la bahía bajo un tremendo aguacero. Me decía que mientras el público permaneciera sentado el concierto tenía que seguir''. Varios temas de Solís fueron incluidos en Faltaba yo (Warner, 2001), el último CD de Guillot, tras grabar más de medio centenar de producciones.

A los gestos de la Guillot se suma su disposición de ayudar monetariamente a una amiga de los viejos tiempos, la fallecida cantante cubana Elena Burke, cuando ésta se encontraba ingresada en un hospital de México, a finales del siglo pasado. "Ella no tenía prejucios por el hecho de que mi madre hubiera decidido continuar con su carrera en Cuba. Enseguida que supo que estaba enferma, no vaciló en ayudarla. En lo que a mí respecta, siempre me apoyó con sus consejos desde que llegué a Miami en 1997'', recordó la cancionera Malena Burke.

Directa, intransigente, "vertical'', al decir de sus propias palabras, cuando se refería a la causa del exilio cubano, la legendaria cantante es recordada por el congresista Lincoln Díaz-Balart como "un genio que nunca será olvidada por todos los amantes de la música. [Pero], sobre todas las cosas, Olga Guillot era una patriota cubana''.

Para su colega, la congresista Ileana Ros-Lehtinen, sus recuerdos de la cantante se remontan a su niñez. "Crecí en Miami con las canciones de Olga Guillot en el radio de mis padres, y ella, junto a Celia Cruz, eran dos de los símbolos vivientes de la Cuba que ellos añoraban'', evocó Ros-Lehtinen. "Nunca habrá otra Olga Guillot. Su patriotismo, su voz, y su corazón humanitario serán extrañados por todos los que la conocíamos. Olga era única. Descanse en paz''.