viernes, 3 de junio de 2011

MARIO ANAYA O EL RENACIMIENTO DE LAS BUENAS EPOCAS

¿Quién es este hombre que tuvo la capacidad de revivir un movimiento que parecía condenado a al mundo de la nostalgia? ¿Qué lo motivó a conjuntar a músicos salvadoreños diseminados por todo el mundo y reunirse, y abrazarse con nuevo brillo en las pupilas, y volver a tomar sus instrumentos cual si solo hubiera sido un largo descanso entre tandas?

Hombres y mujeres con las cinturas más amplias, con menos cabello en la cabeza pero con muchísimo más talento en sus cerebros, para alegrar a una generación que seguía sentada en sus butacas. Todos esperando una voz que como a Lázaro les dijera "Levántate y anda"

¡No es Tito Carías, no es Willie Maldonado, es Mario Anaya!

Entrevista: Fredycampos

Fredy Campos

Mario Anaya firma autógrafos en Club Rocapulco de San Francisco. Foto de Fredycampos. Febrero de 2010.

¿Cómo te sentís en los días previos al segundo debut en LA y San Francisco, Mario? ¿Todo bien?

Pues, todo bien, vos sabés, con la ansiedad de los últimos días, pero según lo que vemos, todo va a salir bien como los eventos que hicimos en el pasado.

Hablemos de vos Mario, ¿Naciste en Estados Unidos o en El Salvador?

Yo nací en Quezaltepeque, La Libertad, emigré a Estados Unidos en el '80, cuando tenía 19 años.

Puya, ya rodaste bastante, pero de veras te ves bien joven, y habiendo vivido más en los USA ¿Te sentís más gringo que salvadoreño o viceversa?

Más salvadoreño. La mejor etapa de mi vida, la adolescencia, la pasé en El Salvador, las etapas de fundamentación de mi carrera y de padre de familia ya las inicié aquí, pero yo soy y me siento cien por ciento salvadoreño.

¿Qué estudiaste en El Salvador?

Me faltaron tres meses para graduarme como Técnico en Ingeniería de Control en el ITCA (Instituto Tecnológico Centroamericano.) Era una carrera técnida de dos años e iba yo a ser parte de la primera promoción. Era una mezcla de electrónica con transmisores de control y todo eso. A mí siempre me gustó todo lo que tuviera que ver con números, física, matemática, etc, para hacer una vida.

¿Cuántos hermanos son Uds. en tu familia?

Somos tres, nos llevamos casi un año cada uno. Fijate que siempre nos han dicho que somos trillizos, y nosolo físicamente, sino mentalmente, por ejemplo, si jugamos fútbol, siempre lo hacemos en el mismo equipo y nos tienen que poner a jugar a los tres porque si solo ponen a uno los otros dos se van, ja, ja, ja, ja!

¿Cómo entrás a la carrera cinematográfica?

Nosotros siempre hemos estado involucrados de una forma u otra en lo que es espectáculo y cine, desde que estábamos chiquitos. Fijate que en El Salvador mi papá trabajaba en Contribuciones Indirectas, la oficina encargada de regular impuestos de espectáculos públicos. Le tocaba controlar los impuestos del cine de Quezaltepeque lo mismo que cuando llegaban las ruedas, circos, etc. Así es que nosotros nunca pagamos para ir al cine, al circo u otros espectáculos. Conocíamos empresarios de todo el país. En el cine de Quzalte entrábamos a los cuartos de producción, nos llevábamos pedazos de rollos que les cortaban a las películas y las proyectábamos en la pared con lámparas.

Mi papá también fue un gran ejemplo, escribía historias, y todavía escribe, nos preparaba a nosotros para que saliéramos en veladas, nos hizo que fuéramos hasta Jardín Infantil. Total, él siempre nos empujaba a que estuviéramos metidos en el entretenimiento, de manera que cuando llegué a bachillerato participaba en obras como actor, pero también en la parte de dirigir.

Cuando llegué a Los Angeles, en 1980, continué con mi carrera técnica en el College, pero cuando llegué a la clase de televisión I y vi a los actores, la acción de camarógrafos, y todo el rollo de dirección, me sentí en mi casa y ahí tomé la decisión de cambiarme de carrera, a meterme del todo en la cinematografía, dentro de ella, a dirigir.

Como la mayoría de inmigrantes salvadoreños en Estados Unidos, el tiempo no lo deslinda de sus raíces. Como talentoso cineasta, siente un compromiso serio consigo mismo para brindar al mundo una imagen positiva de El Salvador, y en ese afán no escatima esfuerzos para lograr sus metas.

Lo que otros perciben como frustraciones, Mario Anaya los ve como desafíos que tarde o temprano van a ser superados.


Triunfos en Estados Unidos, viajes por el mundo y roce con celebridades de la cinematografía no le hacen olvidar sus raíces. Mario es demasido grande para detenerse en esas pequeñeces. Aquí nuestro cineasta se relaja reclinado "a la vera de un camino" en Quezaltepeque.

Dame una cronología de tu trayecto en este trabajo en Estados Unidos, Mario.

Mi carrera en sí la terminé como en el '88 aquí en LA, y a finales de ese año comencé a trabajar con UNIVISION, donde trabajé por tres años y medio como productor de un programa que se llamaba Fama y Fortuna, no sé si vos te acordás de ese programa.

Sí, Fama y Fortuna, de un chavo que se llamaba Luca Bentivoglio, o algo así.

Ajá, correcto, exactamente. Pues Luca Ventiboglio fue, digamos mi mentor en esos días. Recuerdo que salí de televisión y veía unos programas que producía Luca, por ejemplo uno que se llamaba Desde Hollywood, todo relacionado con entrevista de cine, actores y todo eso. Entonces yo, recién salido del College, fui a pedirle trabajo, llegué y noté que hacían todo sólo con dos máquinas y con ellas hacían bellezas, y le pregunto cómo es posible que hagan tanto con tan poco, y me dice “te fijas, solo somos dos y hacemos el trabajo de treinta.”

Pues luego Luca me entrevistó y me dijo que estaban proyectando un programa que se llamaba Fama y Fortuna, me preguntó que si podía viajar, yo le dije que sí, que tenía mis credenciales de college y mis papeles migratorios en orden. Me probó, vio que era medio abuzado y me dijo, “pues mientras se da el show, podés ayudarnos en producción.” Me quedé haciendo trabajo de producción hasta que se da el show y empecéa a viajar con ellos por toda Latinoamérica, hasta Europa con el equipo de Fama y Fortuna. Toda esa experiencia me expandió el horizonte, me hizo agarrar trucos y otras prácticas que fui capitalizando.


¿En qué momento decidís dejar esa fase con UNIVISION e iniciar tu propio proyecto, qué papel jugás en todo lo que hacés?

Yo soy productor, director y editor de mi propia compañía Mar Productions, que comencé hace doce años, la puedo describir como una productora independiente.

Además de Buenas Epocas, ¿Qué otras cartas de presentación tenés?

He estado participando en Festivales de Cine en cortometrajes. El primero es uno que se llama Lo Inexplicable, Verdadero Amor, que dura treinta minutos, acerca de un tipo que tiene un accidente de tránsito y a través de eso tiene un contacto con el más allá. Es una combinación ciencia, esoterismo, en fin, algo inexplicable. Ese corto participó en el primer Festival de Cine Carlos Montalván. Tuvo buenos comentarios.

Después de eso hice otro cortometraje que se llama Golondrina que es práticamente cine mudo, es de percepción de imágenes, que es un experimento para que el expectador vaya armando su rompecabezas y llegue a sus propias conclusiones a ver si coinciden con las proyectadas.

Estos son los dos trabajos que he hecho en el cine, pero aparte de eso he hecho documentales para la televisión como una serie que se llama Voces, para PBS, en el que participa Edwar James Olmos. La primera temporada salió en el 2006. Tremendos documentales, una serie de diez, yo dirigí toda la serie, creé el concepto, después salió Voces II, en el 2009. Eso así a grandes rasgos.

¿Hacés alguna otra cosa?

Sí, hacemos otros trabajos: comerciales, infomerciales, vídeos corporativos, y otros tipos de proyectos cortos para la televisión.


Hablame de Mario Anaya, el ser humano.

No tengo malos hábitos, tomo socialmente y hago ejercicios aeróbicos, he viajado por Europa y América Latina, soy optimista, veo el lado positivo de las cosas. Siempre voy en búsqueda de compartir cosas buenas, creo que en la medida que todos nos conozcamos y podamos hablar de las raíces que nos hacen iguales, podemos acercarnos más como personas. Porque si te das cuenta, aunque vengamos de diferentes culturas, en el fondo todos tenemos los mismos problemas no importa de dónde seamos.


Gracias a Mario, toda la mara hemos vuelto a revivir Las Buenas Epocas, de todo el talento juvenil que derrochaba música hasta por los poros, inyectándole juventud a nuestros corazones y pensamiento.

Raúl Meléndez, historiador y crítico del arte de El Salvador

Hablemos del Proyecto Buenas Epocas Mario. ¿En qué momento se te ocurre la idea del documental de Buenas Epocas, qué te motiva?

Fijate que documentar esa tremenda música que produjo en El Salvador en la década de los sesenta fue una espinita que yo siempre tuve. Siempre tuve una gran admiración por ese gran talento que se desbordó en un período tan corto, porque estamos hablando de un período entre más o menos 1965, que da inicio, hasta por ahí por 1973, que se comenzaron a desvanecer todos estos grupos. Después continuaron otros, pero ya no eran parte de la raíz que se había venido gestando. Entonces la idea siempre la tuve desde muy joven.

Lo otro es que yo mismo siempre quise conocer ese fenómeno internamente. Ese boom de la música rock de los salvadoreños que a pesar de que me súper gustaba, por haberme venido tan joven de El salvador, se me hacía difícil reconocer quién era quién en ese mar de talento. En ese marco, fue chistoso que la primera vez que contacté con Willie Maldonado, y le compartí sobre el proyecto, yo confundía a los integrantes de un grupo con los de otro, no tenía claro quiénes eran Kiriap's, quiénes Supersónicos o quiénes Mustangs, por ejemplo, de allí que lo primero que me dijo Willie fue: “Mirá, si vas a trabajar en esto, tenés que saber quién es quién en la jugada, de lo contrario no va a servir todo lo que hagás.” Ahí mismo se consolidó el reto de conocer más esa música y los hombres y mujeres que la desarrollaron.

¿Pensás en vos mismo como en un “salvador” de ese período del arte salvadoreño?

No necesariamente. Ese período del arte en El salvador fue y es tan valioso que si no era yo, iba a ser otro el que lo tenía que documentar como testimonio para las generaciones por venir. Como por ejemplo, la historia que se hizo en esa película que creo se llama Gol, que el autor la concibió y me parece que cuatro años después empezó a tomar forma.

¿Cuándo exactamente comenzaste con el proyecto?

Bueno, el primer contacto lo hicimos en mayo del 2008.

¿Dónde y con quién comenzaron?

Comenzamos aquí en Los Angeles en un concierto de Julio Páiz, allí fue que empezamos a trabajar con cámaras exóticas de cine.

¿Cuál fue la parte más difícil, habrá habido alguien que no te tomó en serio, o desde el principio te tomaron en serio?

Yo creo que desde el principio me tomaron en serio los artistas porque veían que llegamos con equipo un poco más sofisticado, vieron que no eran las cámaras regulares que llevan los fans los que los estaban enfocando, sino que llegábamos con luces, micrófonos especiales y todo el rollo profesional. Después conseguir los contactos en El Salvador, México, Europa ya fue más fácil. Y no, no hubo ninguna parte difícil con respecto a los artistas; tal vez la parte mása difícil fue para mí familiarizarme con los nombres, los estilos y los temas porque, como te dije, aunque yo nací y crecí en El Salvador, no conocía a nadie.




Por supuesto, estabas exactamente a una generación de distancia. Cuando ellos estaban de moda vos tenías siete u ocho años, las comunicaciones no eran tan sofisticadas como son ahora, estabas en las afueras e incluso las señales en radio no eran tan buenas como en la capital, no fuiste a conciertos, etc. Todo eso explica el por qué no los conocías.

Sí, yo lo único que recuerdo de San Salvador de finales de los sesenta es que me llevaban desde Quezaltepeque a las Noches de Compras, ja, ja, ja! El grupo que más llega a mi memoria es la Compañía 10.

Si mal no recuerdo, este grupo de Sonsonate ya salió en los setenta,la última etapa de las Buenas Epocas. Cuando salieron los Satélites y los Supertwisters de seguro andabas todavía gateando con el pepe la boca en Quezalte, ja, ja, ja!. Y ya en serio ¿Cómo fue la experiencia de dirigir a tantos gigantes?

Mirá la parte de los artistas, todo muy bien, todo el mundo se portó a la altura, muy colaboradores. Como director no tuve mucho que hacer porque cada persona que iba participando tenía su propia historia y era su propio protagonista, no había lo que dijéramos un guión a seguir, en ese sentido todo fue bien.

¿Algún escoyo que hayás tenido que superar en todo el proceso Mario?

Si tuviera que hablar de escoyos, creo que el principal fue el tomar una decisión sobre la línea cronológica de personas, canciones y eventos para presentarlos tal como se fueron dando y tener una idea fiel de cómo se sucedió ese fenómeno, y te puedo decir que en un noventa y nueve por ciento estamos satisfechos.


De los artistas que entrevistaste ¿A quién costó más contactar, Mario?

A Carlos Hernández de los Lovers, él fue de las personas que más costó contactar. Costó también vencer distancias, por ejemplo Guillermo Chávez que estaba en Utah. Pero todos ellos fueron bien sensibles y amables a la hora de ser entrevistados.

Fuera de Willie Maldonado, ¿Cuál de los músicos se sentía más en casa frente a las cámaras sofisticadas, o cuál se notaba más incómodo?

Ninguno. Acordate que estás tratando con gente con por lo menos cuarenta años de estar con cámaras enfrente, todos parecían en casa en la entrevista.

Hablame del público. Aquí estás frente a un proyecto en el que afrontás bastante riesgo incluso financiero, porque, en mi opinión, la mara que crecimos en las Buenas Epocas ya estamos despareciendo, y los jóvenes de hoy no parecen tener más que un interés cultural en esa época.

Mirá, el público se ha portado a lo máximo con el proyecto.

¿Estás recibiendo lo que esperabas?

De plano que sí Fredy, la prueba está en que la gente de Los Angeles incluso ha pedido que se presente de nuevo el documental porque nunca supieron que lo presentamos el año pasado. Hay más de un millón de salvadoreños en el area de Los Angeles y sus alrededores que te puedo decir que con una mejor difusión del documental, acudirá contenta a degustarlo.

Puedo leer entre líneas que ha tenido éxito. ¿A qué atribuís eso, Mario?

Lo que pasa que nosotros somos salvadoreños, como tales, luchamos para lograr lo que queremos. En este proyecto hemos buscado patrocinios y los hemos logrado y vamos a seguir trabajando para llevar las cosas a otro nivel y tratar de recuperar la inversión para seguir adelante.

De la reacción de la mara salvadoreña frente a este proyecto ¿Qué es lo que más destacás

El cariño que la gente guarda todavía por sus artistas de la época. En Estados Unidos y en El Salvador, y en cualquier parte te da una emoción especial ver cómo mujeres y hombres de cualquier edad muestran su entusiasmo y alegría cuando les hablas de que van a ver de nuevo a los Vikings, los Beats o Hielo ardiente o a cualquiera de todos esos grupos y solistas insignia de los sesenta. Qué bueno llevarle a la gente lo que quiere y que ha esperado por décadas.

Un mensaje final a la mara, Mario.

Quiero decirles que así como hemos apoyado tantas cosas relacionadas con la guerra, con un pasado doloroso, que también apoyemos experiencias relacionadas con la música que también es parte de nosostros, y por supuesto que apoyemos a los hombres y mujeres que nos la dejaron como una herencia que nunca va a ser superada.


jueves, 2 de junio de 2011

MARIO ANAYA O EL RENACIMIENTO DE LAS BUENAS EPOCAS 3

Gracias a Mario, toda la mara hemos vuelto a revivir Las Buenas Epocas, de todo el talento juvenil que derrochaba música hasta por los poros, inyectándole juventud a nuestros corazones y pensamiento.

Raúl Meléndez, historiador y crítico del arte de El Salvador


Entrevista: Fredycampos

Fredy Campos

Hablemos del Proyecto Buenas Epocas Mario. ¿En qué momento se te ocurre la idea del documental de Buenas Epocas, qué te motiva?

Fijate que documentar esa tremenda música que produjo en El Salvador en la década de los sesenta fue una espinita que yo siempre tuve. Siempre tuve una gran admiración por ese gran talento que se desbordó en un período tan corto, porque estamos hablando de un período entre más o menos 1965, que da inicio, hasta por ahí por 1973, que se comenzaron a desvanecer todos estos grupos. Después continuaron otros, pero ya no eran parte de la raíz que se había venido gestando. Entonces la idea siempre la tuve desde muy joven.

Lo otro es que yo mismo siempre quise conocer ese fenómeno internamente. Ese boom de la música rock de los salvadoreños que a pesar de que me súper gustaba, por haberme venido tan joven de El salvador, se me hacía difícil reconocer quién era quién en ese mar de talento. En ese marco, fue chistoso que la primera vez que contacté con Willie Maldonado, y le compartí sobre el proyecto, yo confundía a los integrantes de un grupo con los de otro, no tenía claro quiénes eran Kiriap's, quiénes Supersónicos o quiénes Mustangs, por ejemplo, de allí que lo primero que me dijo Willie fue: “Mirá, si vas a trabajar en esto, tenés que saber quién es quién en la jugada, de lo contrario no va a servir todo lo que hagás.” Ahí mismo se consolidó el reto de conocer más esa música y los hombres y mujeres que la desarrollaron.

¿Pensás en vos mismo como en un “salvador” de ese período del arte salvadoreño?

No necesariamente. Ese período del arte en El salvador fue y es tan valioso que si no era yo, iba a ser otro el que lo tenía que documentar como testimonio para las generaciones por venir. Como por ejemplo, la historia que se hizo en esa película que creo se llama Gol, que el autor la concibió y me parece que cuatro años después empezó a tomar forma.

¿Cuándo exactamente comenzaste con el proyecto?

Bueno, el primer contacto lo hicimos en mayo del 2008.

¿Dónde y con quién comenzaron?

Comenzamos aquí en Los Angeles en un concierto de Julio Páiz, allí fue que empezamos a trabajar con cámaras exóticas de cine.

¿Cuál fue la parte más difícil, habrá habido alguien que no te tomó en serio, o desde el principio te tomaron en serio?

Yo creo que desde el principio me tomaron en serio los artistas porque veían que llegamos con equipo un poco más sofisticado, vieron que no eran las cámaras regulares que llevan los fans los que los estaban enfocando, sino que llegábamos con luces, micrófonos especiales y todo el rollo profesional. Después conseguir los contactos en El Salvador, México, Europa ya fue más fácil. Y no, no hubo ninguna parte difícil con respecto a los artistas; tal vez la parte mása difícil fue para mí familiarizarme con los nombres, los estilos y los temas porque, como te dije, aunque yo nací y crecí en El Salvador, no conocía a nadie.




Por supuesto, estabas exactamente a una generación de distancia. Cuando ellos estaban de moda vos tenías siete u ocho años, las comunicaciones no eran tan sofisticadas como son ahora, estabas en las afueras e incluso las señales en radio no eran tan buenas como en la capital, no fuiste a conciertos, etc. Todo eso explica el por qué no los conocías.

Sí, yo lo único que recuerdo de San Salvador de finales de los sesenta es que me llevaban desde Quezaltepeque a las Noches de Compras, ja, ja, ja! El grupo que más llega a mi memoria es la Compañía 10.

Si mal no recuerdo, este grupo de Sonsonate ya salió en los setenta,la última etapa de las Buenas Epocas. Cuando salieron los Satélites y los Supertwisters de seguro andabas todavía gateando con el pepe la boca en Quezalte, ja, ja, ja!. Y ya en serio ¿Cómo fue la experiencia de dirigir a tantos gigantes?

Mirá la parte de los artistas, todo muy bien, todo el mundo se portó a la altura, muy colaboradores. Como director no tuve mucho que hacer porque cada persona que iba participando tenía su propia historia y era su propio protagonista, no había lo que dijéramos un guión a seguir, en ese sentido todo fue bien.

¿Algún escoyo que hayás tenido que superar en todo el proceso Mario?

Si tuviera que hablar de escoyos, creo que el principal fue el tomar una decisión sobre la línea cronológica de personas, canciones y eventos para presentarlos tal como se fueron dando y tener una idea fiel de cómo se sucedió ese fenómeno, y te puedo decir que en un noventa y nueve por ciento estamos satisfechos.


De los artistas que entrevistaste ¿A quién costó más contactar, Mario?

A Carlos Hernández de los Lovers, él fue de las personas que más costó contactar. Costó también vencer distancias, por ejemplo Guillermo Chávez que estaba en Utah. Pero todos ellos fueron bien sensibles y amables a la hora de ser entrevistados.

Fuera de Willie Maldonado, ¿Cuál de los músicos se sentía más en casa frente a las cámaras sofisticadas, o cuál se notaba más incómodo?

Ninguno. Acordate que estás tratando con gente con por lo menos cuarenta años de estar con cámaras enfrente, todos parecían en casa en la entrevista.

Hablame del público. Aquí estás frente a un proyecto en el que afrontás bastante riesgo incluso financiero, porque, en mi opinión, la mara que crecimos en las Buenas Epocas ya estamos despareciendo, y los jóvenes de hoy no parecen tener más que un interés cultural en esa época.

Mirá, el público se ha portado a lo máximo con el proyecto.

¿Estás recibiendo lo que esperabas?

De plano que sí Fredy, la prueba está en que la gente de Los Angeles incluso ha pedido que se presente de nuevo el documental porque nunca supieron que lo presentamos el año pasado. Hay más de un millón de salvadoreños en el area de Los Angeles y sus alrededores que te puedo decir que con una mejor difusión del documental, acudirá contenta a degustarlo.

Puedo leer entre líneas que ha tenido éxito. ¿A qué atribuís eso, Mario?

Lo que pasa que nosotros somos salvadoreños, como tales, luchamos para lograr lo que queremos. En este proyecto hemos buscado patrocinios y los hemos logrado y vamos a seguir trabajando para llevar las cosas a otro nivel y tratar de recuperar la inversión para seguir adelante.

De la reacción de la mara salvadoreña frente a este proyecto ¿Qué es lo que más destacás

El cariño que la gente guarda todavía por sus artistas de la época. En Estados Unidos y en El Salvador, y en cualquier parte te da una emoción especial ver cómo mujeres y hombres de cualquier edad muestran su entusiasmo y alegría cuando les hablas de que van a ver de nuevo a los Vikings, los Beats o Hielo ardiente o a cualquiera de todos esos grupos y solistas insignia de los sesenta. Qué bueno llevarle a la gente lo que quiere y que ha esperado por décadas.

Un mensaje final a la mara, Mario.

Quiero decirles que así como hemos apoyado tantas cosas relacionadas con la guerra, con un pasado doloroso, que también apoyemos experiencias relacionadas con la música que también es parte de nosostros, y por supuesto que apoyemos a los hombres y mujeres que nos la dejaron como una herencia que nunca va a ser superada.